18 Sep Mujeres que nos dieron patria: Josefa Ortiz de Domínguez
“Tantos soldados para custodiar a una pobre mujer: pero yo con mi sangre les formaré un patrimonio a mis hijos”.
Josefa Ortiz de Domínguez.
De acuerdo con Raquel Huerta–Nava, autora de Mujeres insurgentes, durante la época de las reformas borbónicas se dio la llamada Ilustración española, fenómeno que se difundió en las principales capitales del imperio. Las universidades de México y Guatemala, por ejemplo, se encontraban al nivel de las principales de Europa, y la preparación de sus estudiantes era en todo semejante.
Huerta señala que las mujeres no podían acceder a la universidad; sin embargo, su tenacidad y curiosidad por participar en todos los aspectos de la vida en su época, las llevó a organizar tertulias, a la manera de las cortes de la antigüedad. “Estas mujeres fueron, en muchas ocasiones, las promotoras e impulsoras financieras del movimiento de Independencia, y pusieron todo su ingenio y talento para que la organización fuera eficaz y secreta”.
Aunque las reuniones tenían como finalidad abordar el ámbito cultural, los temas políticos fueron encontrando recovecos en cada uno de los encuentros, hasta que finalmente, el espíritu independentista encontró adeptos dispuestos a dar la vida por conseguirlo.
Ahí, en el seno de aquellas tertulias, Josefa Ortiz y Miguel Domínguez, jugarían un papel determinante para evitar que los ‘insurgentes’, entre los que se hallaban el cura Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Francisco Lazagorta y Juan Aldama, entre otros, cayeran presos por conspiradores.
La historia de la Corregidora encerrada en su habitación por su esposo al momento de ser descubierta la conspiración, está muy bien documentada. Ella, ante la impotencia de sentirse exiliada en un momento clave, urgió a Ignacio Pérez, alcaide de la prisión en la ciudad, para que diera aviso a Hidalgo cuanto antes.
Antes de terminar la noche del 15 de septiembre, Josefa Ortiz y Miguel Domínguez, fueron detenidos por el alcalde mayor de Querétaro.
Mientras Domínguez permaneció bajo arresto, Josefa quedó presa en su casa, debido a que era madre de niños pequeños. Sin embargo, continuó siendo una de las más activas promotoras del movimiento.
Tal era su postura, que el virrey Calleja mandó un espía para obtener información y así cortar de raíz toda actividad en contra del imperio. El encargado de tal misión fue el bibliógrafo José Mariano Beristáin, eclesiástico en Querétaro, quien consideraba a Josefa una de las personas más peligrosas de la Nueva España.
Una vez obtenidas las pruebas, fue arrestada y enviada a la Ciudad de México. Ante el número de soldados que se presentaron para su detención, exclamó: “Tantos soldados para custodiar a una pobre mujer: pero yo con mi sangre les formaré un patrimonio a mis hijos”.
A pesar de ser traslada a varias prisiones, la aversión de Calleja hacia la Corregidora obstaculizaba cualquier ayuda que pudiera recibir. No fue sino hasta la llegada del virrey Juan Ruiz de Apodaca que se concedió su libertad el 17 de junio de 1817.
Josefa Ortiz de Domínguez nunca renunció a sus ideales, y su vida fue una constante lucha por brindar patria a la tierra que la vio nacer. Enferma de pleuresía, murió el 2 de marzo de 1829 a los 56 años de edad.
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