09 Nov Ángela Gurría: poesía y monumentalidad
México es un país de tradición escultórica milenaria. Sin embargo, en el banquete de las artes plásticas, hasta hace poco tiempo seguía siendo –junto con la gráfica– el convidado menor. En el contexto de la primera mitad del siglo XX contamos con escultores fundamentales como Germán Cueto –precursor de las vanguardias abstractas en nuestro país–, los integrantes de la Escuela Mexicana como Ignacio Asúnsolo, Oliverio Martínez, Luis Ortiz Monasterio, Fidias Elizondo, o bien los que se desarrollaron al margen como Mardonio Magaña y posteriormente Francisco Zúñiga, entre muchos otros. Hacia 1950, en las postrimerías del nacionalismo escultórico, surge la figura de Ángela Gurría (1929), escultora monumental por el peso que tiene su obra dentro del arte mexicano y por la grandeza física y espiritual de su muy particular trabajo. Actualmente se presenta la exposición titulada Yo soy mi obra en el Atrio de San Francisco, en la calle de Madero, Centro Histórico, integrada por alrededor de treinta piezas de mediano formato que evocan un recorrido por el amplio y diverso sendero de la creación de esta magnífica escultora.
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