17 Ene Colegio de San Ignacio de Loyola
Originalmente llamado Real Colegio de San Ignacio de Loyola, nació en la época colonial con el único propósito de convertirse en una institución de enseñanza para mujeres. Su construcción se debe a los vascos Francisco de Echeveste, Manuel de Aldaco y Ambrosio de Meave, quienes supuestamente, al caminar por la calles de la Nueva España vieron a un grupo de niñas jugando y expresándose de manera vulgar.
Sorprendidos por aquella escena, adujeron que los responsables de aquel soez comportamiento era la misma sociedad, por abandonar y no educar a aquellas infantas.
De tal forma, enfocaron los esfuerzos del actual Colegio de Vizcaínas a educar doncellas, huérfanas y viudas sin los recursos necesarios para asegurar su educación, honestidad y buenas costumbres. Aceptaron niñas de cuatro años y mujeres de hasta 60 años. El objetivo era disminuir el sentimiento de orfandad debido a que las mujeres adultas fungían como una madre substituta.
A través de los años fue utilizado con diversos propósitos:
- En el desarrollo de la guerra entre México y Estados Unidos, los americanos lo tomaron como cuartel de guerra.
- Durante la promulgación de las Leyes de Reforma, las autoridades mexicanas intentaron incautarlo como a todas las instituciones educativas que pertenecían al clero, no obstante, al ser de carácter privado mantuvo su independencia.
- Con la llegada al poder presidencial de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, el Colegio sufrió los embates de una posible expropiación.
Con el andar de los años también ha sido conocido con los siguientes nombres:
- Durante el virreinato: Real Colegio de San Ignacio de Loyola.
- En la Independencia Nacional: Colegio de San Ildefonso de Loyola.
- Al término de la Reforma: Colegio de Paz Vizcaínas.
- En la década de los noventa retomó su nombre a: Colegio de San Ignacio de Loyola.
Sin menguar en los esfuerzos educativos que han impulsado a esta institución desde antes del nacimiento de esta nación, el Colegio de Vizcaínas es considerado por las autoridades como un símbolo y baluarte de la feminidad mexicana.
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