02 Feb Se visten niños Dios
Durante la cena del 6 de enero, la tradición en muchos hogares mexicanos consiste en levantar a la figura del niño Dios del pesebre de nacimiento –donde se colocó el 24 de diciembre- y en compañía del padrino o la madrina, llevarlo a vestir para que este listo el Día de la Candelaria donde será bendecido. Todo esto como representación del pasaje bíblico de presentación del niño Jesús en el templo de Jerusalén y la purificación de la Virgen María.
Como parte de su compromiso con la difusión de las tradiciones la Fundación Centro Histórico retoma esta costumbre y te lleva por un recorrido a través de la tradición de engalanar las figuras del niño Dios como previo a su visita a la iglesia durante las celebraciones del 2 de febrero.
Investigaciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia, señalan que la figura del Niño Dios fue usada por primera vez en el “Belén Vivo”, representación ideada por San Francisco de Asís, como una forma de difundir la vida de Jesucristo. Esta investigación sugiere también que los primeros registros encontrados en donde se viste como tal al Niño, se remonta a la Edad Media, cuando a las mujeres religiosas se les daba la representación escultórica de Dios siendo un infante, al momento que ellas profesaban.
El Centro Histórico de la Ciudad de México tiene gran importancia en esta celebración, pues aunque la vestimenta de los niños era fabricada –en muchas ocasiones- por las familias en sus casas, todos los materiales eran comprados en las calles del primer cuadro. Lo que tiempo después derivo en que los establecimientos se dedicaran a vender los ropajes ya hechos, junto con los accesorios.
A pesar de que la vestimenta del Niño Dios va de acuerdo a los gustos y promesas de los padrinos, originalmente los trajes debían representar alguna de las tres etapas en la edad de Jesús: como bebé, niño o adulto. La Fundación del Centro Histórico cuenta con una selección de atuendos y accesorios en exhibición para llevar a quienes la visitan, una idea amplia de la riqueza de elementos que se confeccionan y producen en el marco de esta celebración. Entre los atavíos más solicitados están los de El Niño de la abundancia, El Niño de la fe y el trabajo, El Niño cautivo o El Niño de Praga, todo según la petición que se le quiera hacer al niño Jesús.
En un principio, la calle de Venustiano Carranza era el lugar donde un grupo de no más de diez personas, se reunía a vender los accesorios para vestir al Niño Dios. O incluso confeccionar en el momento un vestido solicitado por los clientes. Su ubicación dentro del Centro Histórico permitía además, poder comprar de inmediato la tela o materiales necesarios para el pedido.
Hoy en día, la calle de Talavera es el lugar destinado para cubrir cualquier necesidad para vestir al niño Dios. El nombre de esta vía, proviene de la primera fábrica de cerámica mayólica o “talavera” establecida en México durante el siglo XVII.
Con el afán de administrar mejor sus recursos, muchos locales solían hacer los vestidos utilizando únicamente retazos de tela, dando así vida a cientos de “atuendos miniatura”. Sin embargo, la demanda y gustos del cliente, hicieron que las tallas crecieran, por lo que actualmente se pueden encontrar ropajes que van de la talla 4 a la 45 –cálculo en centímetros que se obtiene al medir al niñito desde el cuello hasta la punta del pie más extendido. Auque están también los vestidos de a metro, los cuales servían para vestir con un metro de tela a un niño de talla mayor, pero si no se ocupaba esta tela, los negocios sabían que justo con ese metro saldrían al menos 20 ó 30 atuendos para las piezas pequeñas.
Y como todo buen vestuario no está completo sin unos buenos zapatos, en estos negocios también puedes encontrar gran variedad de calzado, elaborado en distintas tallas, que pueden ir desde 1 hasta 7 centímetros. Todos ellos, al igual que los vestidos, confeccionados y manufacturados en su mayoría por mujeres, ya que se calcula que el 80% del personal empleado para esta labor lo conforman ellas.
No se sabe con exactitud cuantos diseños existen para vestir al Niño Dios, pues la creatividad de los productores y los clientes crece cada año, es por ello que no es difícil encontrar desde el ropaje más solemne y adornado, hasta el uniforme del equipo favorito del futbol del padrino.
Si estas interesado en el tema, te invitamos a conocer muy pronto el Museo del Niño Dios, justo en la calle de Talavera, en el Centro Histórico, donde se proyecta una colección que acogerá a Niños Dios abandonados, con la historia que enmarca a cada uno de ellos. Y si asistes durante las festividades del 2 de febrero, Día de la Candelaría, la experiencia será aun mayor, pues locatarios y residentes colocan puestos de tamales y atole en la que todos los asistentes estarán cordialmente invitados. Si te preguntas de dónde viene la tradición de los tamales y el atole, te podemos decir que se remonta a una creencia prehispánica que coincide con el onceavo día del primer mes del antiguo calendario azteca, cuando se celebraba al dios de la lluvia, Tlaloc, al dios del agua, Chalchiuhtlicue y a sus ayudantes los Tlaloques, a quienes se les rendía culto con una ofrenda de tamales con el objetivo de que las deidades derramaran su lluvia sobre la tierra asegurando buenas cosechas.
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