Paseo a ciegas

Paseo a ciegas

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Paseo a ciegas
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Casa Vecina organiza desde 2013 paseos ciclistas por el Centro Histórico y colonias aledañas como una forma de ampliar la mirada de moradores y visitantes del Centro Histórico y conocer más a fondo lugares emblemáticos de la Ciudad. En esta ocasión, de la mano de Paseo a Ciegas organizó un paseo con el propósito de  llevar las edificaciones que forman parte de esta cosmopolita entidad al imaginario de personas que no cuentan con el sentido de la vista.

Paseo a Ciegas, es una asociación civil constituida como tal desde el 2012, con el propósito de ayudar a las personas con discapacidad en temas recreativos, buscando hacer consciencia entre la ciudadanía y demostrar que los espacios públicos son de todos bajo los mismos derechos y condiciones. A través de bicicletas dobles, voluntarios recorren distintas zonas de la Ciudad de México explicando la historia de los lugares emblemáticos e intentando recrear imágenes en la mente de sus acompañantes sobre las maravillas que ofrecen los principales monumentos, museos e incluso muestras de cine a través de la autodescripción.

Bajo la idea de que una ciudad debe ser concebida para disfrutarse por cualquier persona sin importar su condición, Del Castillo, menciona que busca mediante charlas, descripciones y muestras de materiales, generar una idea en la mente de los participantes débiles visuales para que puedan recordar e imaginar los edificios emblemáticos de esta gran metrópoli. Su mayor reto, hacer que las personas ciegas de nacimiento puedan entender cómo son las formas, figuras, geometrías y texturas que dan vida a la arquitectura en México. Una tarea nada fácil, pero hasta ahora con grandes resultados.

La experiencia para los participantes ha sido bien recibida. Germán Gutiérrez lleva 4 paseos ciclistas que le han provocado distintas emociones, pues ahora puede apreciar mejor su ciudad porque complementa los recuerdos de sus visitas de niño, con las explicaciones históricas y culturales de los voluntarios. Además de que ha perdido el miedo a la bicicleta pues su guía le da confianza. Una experiencia que no había encontrado antes. Por otra parte, Rodrigo Hernández resalta que el poder tocar las construcciones y sentir los materiales le permiten imaginar cómo era el Centro Histórico en aquellos nostálgicos años dorados.

Ambos coinciden en que la ciudadanía es sensible ante su condición, sin embargo la infraestructura no los ayuda para poder vivir a diario recorriendo sus calles con un bastón. Pero este tipo de paseos e iniciativas, no sólo los enriquece culturalmente hablando, sino que los hace sentirse parte de la Ciudad de México, su arquitectura e historia.

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