La práctica del 1o de noviembre que ya es tradición en la Pensil

La práctica del 1o de noviembre que ya es tradición en la Pensil

Cada 1o de Noviembre sin falta, el puesto de tenis afuera del Mercado “La Curva”, entre la calle de Lago Naur y Lago Erne, se llena de niños de La Pensil que esperan emocionados un presente, cortesía de unos vecinos ya muy conocidos en el barrio. Se trata de la práctica santera que la familia Reséndiz realiza año con año y, ahora ya con 18 años, se ha convertido en una tradición.

Originarios de Apatzingán, Michoacán, la familia Reséndiz constituida por tres hermanos tiene la promesa de cada 1o de noviembre regalar a todos los niños de la Pensil un juguete, pastel y, a todo el que pase, un taco; esto en agradecimiento por la salud que gozan.

Llegaron de Michoacán a la Pensil desde 1995 por lo que ya son muy conocidos en el barrio. Además, los vecinos han acudido con ellos para pedirles ayuda en algún momento difícil o malestar que estén viviendo y los hermanos Reséndiz con gusto les ayudan.

No obstante, todo comenzó cuando los señores Víctor Manuel Reséndiz (padre de los tres hermanos) y Fernando Torres Hernández salieron a la calle una noche del 1o de noviembre con 15 bolsas de dulces para regalar a los niños, prometiendo que cada año harían lo mismo sin importar lo que sucediera.

El tiempo fue pasando y no fue fácil ya que la familia ha vivido momentos muy turbulentos, como enfermedades de alta gravedad; sin embargo, siempre fieles a su religión, su escudo y su refugio, le atribuyen a la santería el curarse.

Esta celebración es motivada por el agradecimiento a Eleguá o El Santo Niño de Atocha a quien le tienen mucha devoción. Según la familia, él es quien hace posible ese momento de alegría pues guía a la familia Reséndiz.

Esta práctica que se ha realizado durante 18 años, es más bien ahora una tradición muy única de La Pensil, y siempre será bienvenido cualquier niño que guste de asistir.

La tradición consiste en empezar a las 7 de la noche regalando a los niños un juguete, en el presente año se regalaron balones, después se les da una rebanada de pastel cortesía de Alejandro Camarena quien trabaja en la Panadería Los Abuelos ubicada sobre Lago Erne. Ya para terminar se da el toque de tambores y se da por terminado a las 12 de la noche.

Si bien comenzaron con 15 bolsas de dulces, el evento se ha hecho más conocido en La Pensil y ahora asisten al rededor de 2000 niños.

Gracias a la familia Reséndiz, La Pensil tiene un evento lleno de sonrisas, risas y alegrías, una tradición única que vale la pena conocer.

 

 

 

 

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