El Caballito, testigo de la historia del México contemporáneo

El Caballito, testigo de la historia del México contemporáneo

Una de las esculturas icónicas en el Centro Histórico de la Ciudad de México es El Caballito. Creada por Manuel Tolsá entre 1793-1802 en honor al rey Carlos IV de España. Su nombre original es la Estatua ecuestre de Carlos IV.

Su andar en la historia mexicana ha estado envuelto en la polémica hasta nuestros días. Como ya se mencionó, su construcción tenía por objetivo honrar al recién nombrado rey de España.

Posterior a la Guerra de Independencia en México, Guadalupe Victoria quería destruirla para usar el bronce de la escultura y hacer monedas. Sin embargo, fue Lucas Alamán quien la resguardo.

Terminada la euforia nacionalista de la Independencia, esta pieza de arte fue admirada por todos aquellos que la conocieron en sus distintas ubicaciones. En 1852 fue colocada en Bucareli y Reforma, donde permaneció por 127 años. Actualmente se encuentra en la Plaza Tolsá.

El 10 de septiembre de 2013 fue sometida una limpieza con ácido nítrico, lo cual generó daños en la escultura. A partir de ese momento, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), canceló los trabajos que se realizaban y tomó el control de la pieza para restaurar los daños ocasionados.

Casi cuatro años después de los daños causados, el 28 de junio de 2017, la pieza fue entregada de nueva cuenta a la ciudadanía.

Datos sobre El Caballito

  • El dinero para la realización de la obra se consiguió de una serie de corridas de toros. El presupuesto para ésta fue de 18 mil 700 pesos.
  • En 1802 Tolsá fundió la escultura, utilizando 27.6 toneladas de metales.
  • En la crónica de Enrique Salazar Híjar y Haro se relata que Tolsá modeló la escultura final a partir de un “hermoso percherón poblano llamado ‘Tambor’”.
  • También se le llegó a nombrar “Caballito de Troya”.
  • Las medidas de la escultura son: 4.88 metros de altura, 1.78 metros de ancho y 5.40 metros de largo.

Las actividades de la Fundación del Centro Histórico de la Ciudad de México, se centraron en primer término, en la atención a los habitantes del Centro Histórico de la Ciudad de México, a través de un enfoque especial a grupos con mayores carencias. El primer objetivo fueron los habitantes de las vecindades y núcleos habitacionales de bajos recursos, enclavados en las zonas más antiguas del centro de la capital. Zonas de gran valor histórico y cultural, con un enorme dinamismo social y comunitario.

De manera paralela a la atención a los habitantes de la zona, se buscó ofrecer alternativas para la población flotante, integrada por personas que acuden a la zona para el desarrollo de distintas actividades o como paseantes.

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